Siempre se ha dicho que todo vuelve, y seguro que si remueves alguno de los cajones de tu abuela, o buscas en algún armario o altillo olvidado de cuando tu abuelo era corneta en la mili, encontrarás artículos, elementos, piezas de inmenso valor sentimental y decorativo.
El mobiliario vintage está compuesto por piezas producidas en serie, ciudadanas de pleno derecho de la era de la reproducción técnica. No hay piezas únicas. Esta es la verdadera linde entre el anticuariado y el vintage. Son, además, objetos de segunda mano. Su pasado les confiere misterio. El hecho de haber sido usados y luego desechados y olvidados, a la espera de quien sepa apreciar su valor y reanimarlos, los personaliza y les proporciona un contenido emotivo. Eso es común también a las antigüedades y a las obras de arte, pero el valor de una pieza vintage no procede de su singularidad, sino de su autenticidad, de la posibilidad de datarla y establecer su origen con certeza y reconocer su calidad. Vale más una pieza modesta, pero genuina, que una copia fraudulenta por añeja que sea.
Las modas como siempre son pasajeras, pero el concepto de reutilizar objetos ya usados o del pasado siempre perdurará. Cuando nos queramos dar cuenta estaremos considerando productos actuales como artículos vintage. Es inevitable que el paso del tiempo haga mella en las conciencias y en los productos, pero reconvertir antiguos objetos en genuina decoración siempre dará a nuestro hábitat un toque moderno, actual y propio. Así que lo tenéis fácil. Empezad por vuestros padres y terminad con vuestros tíos, abuelos o amigos de la tercera juventud. En algún cajón o armario está el objeto ideal que os dará el toque que os faltaba en vuestra habitación, salón o cocina.