El blanco es un color que siempre es bienvenido en el conjunto de colores de cualquier ambiente, combina con todo y tiene efectos muy agradables. Pero no solamente se puede utilizar combinado, sino que también en toda la decoración.
Una particularidad de esta tonalidad es la sensación de frescura que irradia, en especial si se utiliza en todos los elementos que hacen a la decoración. Las habitaciones dan la sensación de ser frescas y hasta a veces frías, por lo que es mejor escoger esta tonalidad en zonas de climas cálidos.
Otra de las características del blanco es reflejar la luz, por esto es que es favorable en ambientes que desees potenciar la iluminación, especialmente la natural proveniente del exterior. Pero en ciertos casos esto puede resultar contraproducente, debido a que a determinada hora del día el ambiente tenga demasiada luz, lo que provocaría deslumbramiento.
Un ambiente puramente de blanco es difícil de imaginar, en realidad no es recomendado porque caeríamos en una decoración sin atractivos y aburrida. Lo mejor es incluir complementos de color que le den vida al ambiente.
Una de las opciones es usar elementos decorativos de un mismo color, pero de distintos tamaños y dispersos de forma irregular en el ambiente. Este color puede hacerse presente en una lámpara, el estampado de alguna tela, un pequeño almohadón sobre el sofá, o cualquier otro objeto.
Otra alternativa es el uso de un conjunto de colores que llenen de vida al espacio. En este caso dos, tres o cuatro tonalidades serán las encargadas de, a través de distintos elementos, dar pinceladas de color en el entorno blanco.
Pero a veces lo mejor no es utilizar un blanco puro, sino que una pequeña tonalidad hacia otro color luce muy bien. Por ejemplo un blanco roto, un perla o un gris muy suave.
Y por último la clásica manera de combinar blanco con negro y madera. Siempre luce bien y hasta es más elegante y seria que las alternativas anteriores.