La crisis económica quizá te haya llevado, como a muchas familias, a darte cuenta de cómo gran parte del gasto de la casa se va en alimentación. Aquí tienes una serie de consejos para que gastes menos en comer, manteniendo la misma calidad en los alimentos.
Cuando echamos en nuestra cesta de la compra los alimentos del mes o en la cazuela la comida del día a día, no nos damos cuenta de la cantidad de euros que podríamos ahorrar con un poco de planificación y gestos cotidianos de ahorro que podemos ir adoptando paulatinamente. Nuestras madres y abuelas lo hacían, así es que podemos aprenderlo…
La compra
Los supermercados e hipermercados son «templos» del consumo alimenticio. En ellos tenemos que aprender a distinguir rápidamente las ofertas en alimentos básicos o en caprichos innecesarios.
Lo ideal es hacer una compra de alimentos básicos una vez al mes: hablamos de arroz, harina, legumbres, pasta, azúcar, sal, aceite… Elige el comercio que consideres más económico dentro de los disponibles cerca de tu casa y haz una compra que incluya un buen surtido de todos estos alimentos. Muchas veces los supermercados utilizan ofertas de este tipo de alimentos para atraer clientes: 3×2, segundo a mitad de precio, etc. ¡Aprovéchalas!
Selecciona cuidadosamente la tienda donde compras la fruta y la verdura semanalmente, ya que hay grandes diferencias en precio y frescura. Los mercadillos de barrio o de tu localidad pueden ser el lugar idóneo para cargar la cesta de vegetales sin gastar mucho dinero, ya que las ofertas por comprar gran cantidad suelen ser comunes en todos los puestos. Intenta comprar las frutas y verduras de temporada, ya que su precio será más bajo comparativamente.
Los productos frescos, como carne, aves y pescado, pueden comprarse cada pocos días, o en el caso de la carne y el pescado congelarse. Aquí sí conviene guiarse por la intuición y los precios de mercado, sin llevar en la cabeza la pieza o especie exacta que se quiere comprar: quizá el cordero tenga un precio estupendo o unos boquerones fresquísimos salten delante de tus ojos diciendo “Llévame”… Si compras directamente en mostrador, puede ser una buena idea comprar por unidades, en lugar de al peso (cuatro filetes, cuatro rodajas de merluza para una familia de cuatro…). Así se evitan unidades sobrantes a las que no sabemos si daremos un uso inmediato o no. O, por el contrario, puede resultar más económico comprar piezas completas, incluso para cortar o trocear en casa (pechuga de pollo sin cortar, pieza de lomo adobado completa, un salmón o pescadilla entero…).
Para la leche, los yogures y los ultramarinos, en general , sí puedes moverte en función de las ofertas de los diferentes comercios, y hacer acopio de marcas blancas. tomate frito o triturado, latas de atún, pimientos o espárragos…
La cazuela
Nuestras abuelas sabían lo que era ahorrar en la cocina. Y cocinaban guisos exquisitos con los más humildes ingredientes. En general, es imprescindible tener unos conocimientos básicos de nutrición y dietética y otros tantos de cocina, aunque todo se aprende.
Planificar menús puede ser una buena forma de alternar todo tipo de alimentos a lo largo de la semana: legumbres dos veces por semana, pescado tres veces por semana, guisos de carne a base de patatas, arroz, pasta, verduras…
Los cocidos y potajes son platos muy completos y económicos, que a menudo se componen de legumbre, verdura y una proteína (carne o pescado). Con el caldo se puede elaborar sopa simplemente aportando pasta o arroz.
Los guisos también son comidas completas desde el punto de vista nutricional de preparación económica. En general, se componen de una base de patatas o verdura y un caldo que se combina con algún tipo de carne o pescado. Las piezas de carne, ave o pescado para elaborar guisos son, en general, más económicas que las piezas para freír o plancha.
Los caldos son la base de la cocina española, y saber cocinarlo permite tener la “llave” de muchos platos tradicionales exquisitos y sencillos de preparar. Si tienes caldo siempre a punto (puedes congelarlo), puedes preparar platos de legumbres en un santiamén con una olla exprés. Huesos de jamón, carcasas de pollo o gallina, cabezas de pescado o peladura de marisco… Prácticamente se trata de aprovecharlo todo para elaborar una deliciosa base líquida para otras preparaciones culinarias.
El caldo de pollo tradicional sólo lleva 400 g de pollo (preferentemente pieza grasa como mulso o contramuslo), 2 zanahorias, 1 cebolla, ½ puerro, 3 dientes de ajo, una ramita de apio y perjil.
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Enlace: Cómo ahorrar en alimentación