La higiene en el mundo musulmán no se practicaba por motivos de salud corporal y embellecimiento sino para cumplir el deber religioso de las abluciones rituales y la limpieza espiritual.
La inmensa mayoría de la población los utilizaba una vez a la semana, antes de la oración mayor del viernes.
El baño árabe era un lugar de relación social, donde relajadamente se podría conversar y beber infusiones tonificantes y se encontraba alternativamente abierto para hombres y mujeres. Allí también había masajistas y barberos. El baño era imprescindible para adquirir el concepto islámico de civilización, con el cual las simples aldeas refinaban sus costumbres y adquirían rango y preeminencia.
Normalmente en sus vestíbulos, se celebraban fiestas (banquetes, bodas…) y ceremonias ( circuncisiones…) y se convertían en animados cenáculos y mentideros.
Quizás por todas estas razones es que los realizaban con tanta atención poniendo un gran empeño en embellecerlos y con una cuidadosa iluminación.
Fuente: berja
Mury, un beso.