El suelo de la cocina sufre mucho desgaste con el quehacer diario. Si estás pensando renovarlo y te asusta la obra, sigue leyendo este artículo en el que te presento algunas ideas que te ayudarán a cambiar el suelo de una forma más sencilla.
La mayoría de los suelos de las cocinas suelen ser cerámicos o de gres, materiales que ofrecen una gran resistencia al desgaste. Pero con el tiempo, acaban resintiéndose y es común ver en una cocina de cierta antiguedad plaquetas con esquinas rotas, grietas que tienden a ennegrecerse o superficies que van perdiendo su brillo original.
El problema es que cambiar el suelo suele suponer una obra costosa y pesada. Pero podemos renovar el suelo de nuestra cocina con las opciones que ofrece el mercado actual de una forma límpia, rápida y mucho más barata. ¿Cómo? pues instalando un suelo vinílico, por ejemplo.
El vinilo es un material plástico, de alta resistencia, que se coloca fácilmente y que cuenta con una enorme variedad de colores, acabados y combinaciones. Se suele presentar en rollos, perfecto para pasillos y superficies grandes o en plaquetas de distintos tamaños y formas.
Su versatilidad es ideal para adaptarse al estilo de tu cocina, sea como sea, ya que tienes suelos vinílicos que imitan madera, gres, pizarra, barro, cerámica, con texturas lisas, rugosas, con formas, brillo, mate, con dibujos, en todos los colores…
Además, su fácil instalación te permite hasta hacerlo tú mismo si tienes un poco de maña. Sólo hay que dejar el suelo lo más limpio posible y despejar toda el área a cubrir. Después hay que aplicar masa niveladora en aquellos espacios en los que haya roturas o grietas, ya que así garantizaremos que el vinilo queda perfecto.
Con un pegamento especial, se procederá a ir adhiriendo las plaquetas o el rollo, cuidando que quede bien ajustado en los bordes y esquinas, recortando con un cúter los sobrantes. Es como empapelar, pero en el suelo.
Y listo, ¡¡ya tienes suelo nuevo!!
Fuente de la imagen: crespil