Cuando voy por las calles de cualquier ciudad no puedo evitar fijarme en los toldos que tienen las casas. Hay unos que detesto por encima de todas las cosas: son los de color verde.
Con la multitud de toldos y pérgolas que hay en el mercado, no me explico la razón por la cual, la gente finalmente acepta poner unos de ese color.
Los toldos son una solución contra el sol que se inventó a finales del siglo XIX. Se trataba de una lona cosida con hilo y aguja. Con el tiempo, esa costura se ha modificado y se ha sustituido por una fijación termosellada. Además de los dos tipos de confecciones existentes, podrás elegir entre las siguientes variedades.
- Toldos para el balcón
- Capotas: para pequeñas ventanas. Los he visto también en comercios que quieren tener un aire romántico.
- Quitavientos. Para grandes jardines o para terrazas de bares al aire libre.
- Puntos rectos o brazos a pared: Son iguales que los extensibles pero más baratos que estos últimos.
- Pérgolas. Aunque se pusieron muy de moda hace unos años con estructuras de madera de teka, las últimas tendencias apuestan por estructuras más ligeras.
- Extensibles. Dependiendo de la longitud a cubrir, tienen la posibilidad de abarcar una gran zona para proteger.
- Cofres: es una opción para poder mantenerlos resguardados durante los meses de invierno. Con un mecanismo similar a los extensibles, su ventaja es que al estar guardados y protegidos, te asegurarás de que te duran más tiempo.
- Carpas: pocas veces he visto una carpa en un jardín privado, aunque es cierto que las hay de todos los tamaños. Son válidas para hacer un espacio libre del jardín en un lugar protegido del sol y del frío, aunque estos dos agentes externos pueden hacerte recapacitar sobre si quieres permanecer en el exterior, ya que aunque la carpa te proteja, puede provocar un efecto invernadero.
Vía: Daquella Manera