Aunque el minimalismo es el estilo estrella en los últimos tiempos, parece que ahora llega la tendencia contraria. En las artes, la música y la sociedad, todo lo que suponga la combinación de estilos es válido. Se asemeja a estos tiempos en los que vivimos una sobredosis de información, y en la decoración también se ha adoptado esta filosofía: cuanto más, siempre con estilo, mejor. Si antes apostábamos por la sobriedad, los colores neutros y claros y los contrastes sencillos, ahora llega el maximalismo, que juega con las formas, las texturas y las mezclas de colores.
No pienses que esto del maximalismo consiste en saturar la habitación y llenarla de todo tipo de trastos. Aunque en un primer momento podemos pensar en el opuesto más radical al minimalismo, en realidad se puede tener una casa despejada si la decoramos con este ambiente. Aquí predominan los colores fuertes, las formas curvas y, sobrodo, los detalles. El diseño y el confort son las máximas de este estilo.
Los muebles dejan de ser lisos para ganar en texturas, estampados y ornamentos. Las lámparas, las sillas, los sofás o los cabeceros de la cama se adornan más que antes y nos dan libertad para reflejar nuestra personalidad. No se trata de acumular cosas al azar, sino de combinar todos los elementos en una armonía coherente.
Así, dentro de este tipo de decoración entran tanto muebles viejos como manualidades caseras u otros elementos que podamos incluir sin caer en un estilo barroco y cargado. ¿No te atreves a probar con un nuevo estilo en el que se permite casi todo porque apenas se pueden romper las reglas?