Las habitaciones infantiles son en nuestro hogar casi como el banco de pruebas donde disfrutamos, como niños, de todas aquellas decoraciones que nos hubiera gustado tener nosotros mismos cuando éramos pequeños. Pues adelante con ello, convirtamos el dormitorio de los niños en la casa de Peter Pan o fundemos una nueva Disneylandia. Las paredes de los dormitorios son sin duda el lugar donde más variedad y donde más libertad podemos practicar en decoración.
Las edades de los niños son importantes. Desde el año a los 7, al niño/a le encantará ver repleto de muñecos su habitación, flores de colores, grandes juguetes desplegados en su entorno. Desde los 7 a los 11, se sienten más mayores, necesitan estar en un ambiente más acorde a sus juegos: superhéroes, juguetes más sofisticados, colores menos llamativos. Y ya entre los 12 y los 18, deberemos cuidar la decoración, él mismo aportará objetos de su gusto, y deberá tomar decisiones en cuanto al color y estilo de su habitación, ahora más juvenil e importante porque según como cuide de su habitación, así obtendremos el perfil de su personalidad.
Existen objetos, colores de pinturas y técnicas decorativas que se pueden incluir en las habitaciones de una manera neutra, es decir, que no repercute la edad de nuestros hijos porque son útiles o pintar con colores indefinidos (neutros), como los colores tierra y una gran variedad de tonos pasteles.
En cuanto a los objetos, existen en el mercado unos paneles o pizarras blancas de muchos tamaños, que colgadas en la pared, aportarán al niño una gran ayuda en su ciclo escolar, y además los hay verdaderas joyas de la decoración. Otros objetos son las cenefas. Combinándolas con los colores neutros, podemos cambiar sólo de cenefa a medida que el niño crece, y el resto sólo cuando se necesite. También hay apliques para la iluminación que se pueden ir alternando según la edad: desde los de luz continua para el bebé en su cuna, hasta las más potentes para la lectura de nuestro hijo en edad de aprendizaje.